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lunes, 6 de octubre de 2008




Aunque a veces digo basta, en las noches de subasta, me la juego hasta ganar. Siempre cinco para el peso, siempre abrazo, nunca un beso, y ahora ni torta ni pan. Ni este amor que nunca vio la luz... Sólo me quedan recuerdos, de ese sueño momentáneo, viejos tiempos de adicción. A planteos poco cuerdos, al placer del desengaño, a la dulce confusión. Sólo me queda el consuelo de saberme muy tranquila, yo ya sé que la peleé. Me pensaba que era la ciega, me pensaba que era el pueblo, que era la tuerta y que era la reina de este amor que nunca vio la luz.


FUISTE LO MEJOR, PERO FUISTE.